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¡Hola amig@s!
Las Delicias lo componen dos cascadas a las que se puede acceder caminando una distancia corta por las laderas rocosas del pequeño río que las alberga. Es importante caminar con cuidado y despacio para no resbalar entre las rocas mojadas y resbaladizas. Un colega terapeuta fue quien me habló del lugar, me invitó y con gusto accedí a la aventura. Subimos hasta la cascada más alta. Y por primera vez, caminé hasta llegar a la cascada. Entré por la parte trasera de la cascada que forma una especie de cueva. Entonces, me paré debajo de la cortina de agua fuerte, prístina, cristalina, que caía con fuerza en mi cabeza, cuello, hombros, brazos, como si me hiciera un baño con una manguera de presión. La sensación fue única. Cerré los ojos y me entregué. Agradecí a la vida, a la oportunidad de estar allí en comunión con la naturaleza. Sentí cómo la fuerza del agua hacía vibrar mi piel golpeando inmisericorde a lo que yo sonreía y reía con agradecimiento. Sentí como si hubiese renacido de las entrañas de la montaña. Al pararme detrás de la cascada, luego quedarme bajo ella y salir al río fue como un alumbramiento, como si la tierra me diera a luz. Al salir no podía dejar de sonreír. Me sentía liviana, serena, feliz y agradecida. Es una experiencia que recomiendo sentir al menos una vez en la vida. La conexión con la naturaleza te recarga de energía positiva, buena vibra y es inevitable salir de ese contacto sin una sonrisa en los labios. Te invito a que entres a mi página benestarepr.com para que conozcas los productos y servicios que tengo para ti. Cuidarte es quererte
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Les cuento que hace casi un año visito un médico fisiatra que practica la medicina funcional y regenerativa, mejor conocida como anti-aging.
En el mes de abril mi madre, una anciana de 98 años y quien tenía una vida muy activa, sufrió una caída que tuvo como consecuencia la fractura de la rótula (patela) derecha.
