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November 28, 2022 3 min read

Hoy es mi cumpleaños. Nací un 28 de noviembre y cumplo 51. Vivo en total agradecimiento con la vida y por todas las oportunidades que me ha traído. 

Reconozco que cada año y cada etapa de la vida trae aprendizaje, vivencias, experiencias. Comprendí que es imposible tener la madurez y la experiencia sin haber pasado por cada uno de los momentos vividos. 

Antes pensaba, “me encantaría tener 30 años pero con lo que sé ahora”. Y me costó entender que cada año, mes, semana, día, hora, minuto y segundo nos regala  momentos de prueba, risas, llanto, coraje, rabia, frustración, decepciones que nos van esculpiendo hasta convertirnos en lo que somos hoy y seguirá modificándonos con el pasar del tiempo mientras sigamos con vida. 

Jamás pensé que lo más emocionante de mi vida llegaría luego de cumplir 40 años. A los 41 años renuncié a mi trabajo estable, asalariado para ser empresaria. Mi familia  y algunas personas no podían entender cómo era capaz de dejar todo para comenzar desde cero con esfuerzo propio. 

En mi familia todos fueron empleados, es decir, tenían jefes, trabajaban en oficina y con  horarios que cumplir. Por tanto cuando decidí crear una corporación acudí a profesionales en el campo para orientarme. Cuando le indiqué a mi familia se mostraron muy preocupados porque me lanzaba a lo desconocido y ellos sentían que no podían ayudarme en una decisión tan importante. 

Puedo decir que ha sido una de las mejores decisiones de mi vida. Me ha ayudado a crecer física, mental y espiritualmente. 

Con el cambio de labores y nuevas responsabilidades empresariales también llegaron los cambios en mi estilo de vida. Tengo que decir que se lo debo grandemente a mi expareja, quien es enfermero y coach de vida. Su experiencia me encaminó para tomar decisiones que mejoraron mi salud, mi estado de ánimo, energía y apariencia física. 

Sin exagerar, siento mi salud física, mental y espiritual mucho mejor que cuando tenía 30 años. La razón: para ese tiempo mantenía un estilo de vida horrible, estaba totalmente adicta a la cafeína, a las harinas y al azúcar. Eliminarlos de mi dieta me devolvió un cuerpo saludable, fuerte, una mente ágil y una piel radiante.

Puedo decir que en los últimos 2 años he continuado reinventándome. He creado otras áreas en mi empresa, en las que ofrezco productos y servicios para el cuidado de la salud. En el aspecto laboral ha sido increíble el aprendizaje, el crecimiento y las lecciones de vida recibidas. Puedo decir que me siento feliz porque estudié y obtuve la licencia de buzo recreativo y regresé a bailar jazz luego haberme retirado de los escenarios hace 20 años. 

Los últimos dos años también han traído pérdidas irreparables: muertes, rupturas, desapegos, mudanza, en fin,  levantarme… de nuevo. También he derramado tantas lágrimas que me preguntaba si era posible continuar sintiendo  tanto dolor en mi corazón sin sufrir un infarto al miocardio o un accidente cerebrovascular. 

Esos momentos me enseñaron que es vital permitirnos entrar en contacto con nuestros sentimientos. Reconocer nuestras emociones, que son mucho más que alegría, tristeza y coraje. Para poder definirlas y saber cómo me sentía fue vital estar conmigo, hacer una pausa y darme el permiso de sentir. 

Al principio fue difícil porque me hice la idea ante los demás y ante mí de ser fuerte, de ser un muro de contención incapaz de quebrarse ante las sacudidas de la vida. Y eso solo trajo más dolor. Cuando decidí abrazar mi vulnerabilidad, mis miedos y mis emociones todo comenzó a tener sentido, fui haciendo las paces con el dolor, pude continuar y fui aceptando los procesos que vivía. 

En esos momentos mi norte fue enfocarme en mis clientes. Esas personas que confían en mi conocimiento y experiencia para ayudarlos a sentirse mejor, para escucharlos, para darle las herramientas que necesitan para poder saber cómo cuidarse mejor. Me ayudaron a mantenerme centrada mientras los atendía. Eran y siguen siendo ellos  una prioridad para levantarme cada mañana, para seguir estudiando, para dar lo mejor de mí. 

Hoy vivo en agradecimiento, me siento confiada, me siento bien. Aprendí que todo pasa, que nada es para siempre y que nos tenemos a nosotros, a nuestras familias, a nuestros amigos para apoyarnos cuando creemos desfallecer, y para pausar para descansar antes de continuar. 

Luego de la tormenta, la vida vuelve a sonreír, regresamos con más fuerza, con más esperanza, con más fe, con más agradecimiento. 

Vida:  por lo que me das y por lo que soy gracias, gracias, gracias. 


Cuidarte es quererte 






Yami Otero
Yami Otero


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