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April 03, 2023 4 min read

Aprovecho esta semana para conversar sobre mi percepción sobre la espiritualidad. Y con esto no me refiero a la práctica de una religión en específico. Tampoco de ir a una iglesia, templo o culto. La espiritualidad tiene diferente significado para cada persona. 

Provengo de una familia “católica, apostólica y romana” de Morovis. Cuando pequeña asistía a la iglesia todos los domingos. Era menor de edad “no me mandaba” y no tenía otra opción que ir a la iglesia del pueblo. En el ritual nos poníamos de pie, nos sentábamos y nos arrodillábamos. También nos dábamos la paz con un apretón de mano y un beso a los conocidos y luego quienes tuviesen el sacramento de la comunión y estaban preparados, hacían fila para comulgar o recibir de manos del sacerdote una hostia ( un disco de pan sin levadura) consagrada.  

Al menos me distraía observando cómo los feligreses iban vestidos para el templo. La actitud que tenían, cómo se saludaban, cómo practicaban y manifestaban su fervor cuando veían las  imágenes de Jesucristo con clavos en las manos y pies, semidesnudo y sangrando. También observaba cómo se inclinaban ante la imagen de María, con el niño en brazos parada sobre una nube. 

La figura que más me llamaba la atención era la de San Miguel Arcángel. Vestido de guerrero, con rostro de nariz perfilada y labios finos, con armadura en el pecho, un escudo en su mano izquierda y en la mano sostenía una lanza en el aire y la punta penetraba la cabeza de un animal con cabeza humana y cuerpo de perro, siendo esta la imagen de “El Maligno”, Satán, Satanás o cualquiera de sus nombres. 

No podía entender el sentimiento que en mí provocaba, pero no dejaba de mirarlos. 

Ya de adulta acudía a la iglesia con mucha menos frecuencia. Comencé a cuestionarme mis creencias porque no me movía ese fervor que sienten otros de ir a la iglesia. 

Por un momento en mi vida me alejé de toda creencia. Entonces experimenté el vacío. Vivía diariamente entre trabajo, responsabilidades, vida social. Sentía frustración, coraje, por circunstancias de la vida y nada me sostenía. 


La búsqueda 

Con el pasar del tiempo y mayor madurez comprendí que tenía una inquietud por tener algo que me sostuviera, que no tuviese que ver con prácticas de rituales que dependieran de lo que un líder tuviese que decir para poder aplicarlo a mi vida. 

Entonces conocí la espiritualidad secular. Que va más allá de lo que puede dictar una institución religiosa. Es una conexión que como seres tenemos con el Universo. De la creencia de la existencia de algo más grande que nosotros, que nos sostiene. En mi búsqueda comencé a leer libros que calmaban mis inquietudes. Luego con la llegada de la tecnología escuchaba conferencias, charlas, reflexiones, meditaciones relacionadas con cómo aplicar la espiritualidad a la vida. De la misma forma pude comprender muchos sentimientos de manera objetiva sin ser influidos por el miedo o la culpa. 

La espiritualidad me da esperanza, es la fe de que podemos ser mejores personas. Es poder ver la bondad en cada individuo y la bondad que hay en mí. Es poder ayudar a otra persona porque el bien que quiero para mí lo quiero para otro  también. Es saber que la estabilidad, la confianza, la serenidad están accesible para todos. Solo necesitamos sentarnos con nosotros mismos y encontrarla. Es darnos la oportunidad de sentirla, porque la merecemos y porque la tenemos. 

Mi manera de practicar la espiritualidad consiste en tomar momentos para observar la naturaleza. Mirar los contrastes de los colores del cielo en el amanecer, en el atardecer, ver el verdor de la naturaleza, la serenidad o la agitación del mar. Y dar gracias por poder verlo, escucharlo, olerlo, tocarlo, sentirlo. 

Es agradecer por cada persona que está a mi lado: familia, amigos, conocidos, maestros, clientes, colegas, desconocidos y todas las personas que a través de ellas aprendo constantemente de la vida y de mí. 

No es necesario pertenecer a alguna religión para practicar la espiritualidad. Ese momento de conexión con nosotros mismos o con un Ser Superior, con la vida o con el Universo podemos hacerlo en cualquier momento. Es un vínculo directo, sin intermediarios que produce en la persona sentimientos como amor, honestidad, paciencia, tolerancia, compasión, fe y esperanza. 

Te comparto esta información de psicopedia.org del psicólogo clínico José Manuel Garrido sobre los beneficios que aporta la espiritualidad a tu salud física y mental: 

  1. Conectividad: el sentimiento de que no estás solo y que estás conectado con un ser superior. Puedes llamarle Dios, Jesús, Alá, Universo, Divinidad, Energía, más que el nombre lo importante es sentir la conexión con un ser superior que te protege.

  2. Comunidad y el apoyo social: el pertenecer a una iglesia, congregación, grupo permite a las personas sentirse conectadas entre sí, además de la conexión con el Ser Superior porque tienden a formar una estructura de apoyo social y esto mejora la salud en general.

  3. Meditación y oración: realizar meditación u oración en solitario o acompañado permite un momento de desconexión de lo cotidiano, lo que ayuda a reducir el estrés. También en un estudio realizado por el epidemiólogo social Dr. Jeff Levin menciona que meditar u orar proporciona alivio físico y esperanza en la curación. Además la práctica puede ser una experiencia de aprendizaje para quien busca obtener sabiduría u orientación, menciona el estudio.

  4. Estrategia de afrontamiento: la espiritualidad proporciona un sentido de dirección y de propósito en la vida. En especial en el momento en que ocurre una enfermedad, la espiritualidad puede dar un significado profundo de la vida, al sufrimiento y a la muerte que nos ayuda en el transcurso de nuestra existencia.

  5. Esperanza: la espiritualidad nos regala sentir alcanzable lo que se desea, ya sea en el ámbito familiar, personal, de salud. Es tener serenidad, tranquilidad y confianza de que las cosas pueden salir mejor y la expectativa de que algo bueno suceda. Ese sentimiento puede darnos motivación para ser mejores personas y tomar mejores decisiones. 


Cuidarte es quererte 












Yami Otero
Yami Otero


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