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July 05, 2022 6 min read

Me encanta el mar, la playa, nadar, hacer snorkeling. Me gusta además sentarme en la orilla y dejarme batuquear por las olas.  La serenidad que tiene como resultado escuchar las olas, ver su movimiento y cómo rompen en las rocas, se deslizan en arena y regresan en resaca con fuerza al mar con su blanca espuma y burbujas es como si la poesía se volviese tangible. 

En mi lista de deseos estaba el bucear. Y por años se había mantenido en solo eso, un deseo escrito en un papel o en mi mente. Nunca había hecho algo al respecto para lograr que sucediera. 

Hasta que en una ocasión supe que una persona a quien conozco es instructor de buceo. Lo contacté y me dijo que si lo que deseo es tener la experiencia, existe el servicio llamado Discover. En él un instructor te da las instrucciones y te acompaña en el recorrido. 

Para poder asistir a la buceada tuve que ver unos videos online para familiarizarme con temas importantes sobre seguridad y precauciones. 

Una vez completados  lo próximo era estar el domingo enSea Ventures en Fajardo Puerto Rico a las 7 de la mañana. 

El viaje fue ameno porque a esa hora de la mañana la carretera estaba limpia. Recién amanecía y los rayos del sol comenzaban a dar claridad. 

Una vez completado el proceso de registro lo próximo era buscar el equipo. Fuimos recibidos por el instructor Carlos De León quien buscó las aletas y chalecos apropiados para utilizarlos. 

 

Lo próximo era entrar al bote. En él había un grupo de cerca de 10 buceadores y solo dos principiantes para tener la experiencia por primera vez. 

Es importante decir que el buceo se realiza en pareja o en grupo. Nunca se debe bucear solo. 

Así que Víctor - mi compañero de buceo -  y yo nos quedamos en espera de instrucciones. 

Con mucha paciencia, Carlos, “El Profe” como le llamaré en adelante, nos explicó el uso del chaleco de buceo que tiene botón para inflar y otro para desinflar. También nos repasó las señales de mano para poder comunicarnos en el agua, ya que no podemos hablar por razones obvias. 

Al ser la primera vez que buceo, no tengo el traje húmedo o wetsuit como aparece en las películas. Solo utilicé un bikini y sobre él una camisa de manga larga que protege de los rayos solares y de cortaduras y raspaduras en el torso y los brazos. 

El punto de buceo es en la costa de Fajardo, la reserva natural de cayos La Cordillera que la componen Palomino, Palominito, Diablo, Lobos, Ratones e Icacos. 

Cuando fue momento de colocarse el chaleco, había que permanecer sentado porque todo esto ocurría mientras el bote estaba en marcha. Para uno incorporarse con el equipo necesita ayuda porque el chaleco y la botella de aire pesan unas 15 libras, sin contar las pesas de 10 libras que estaban en el chaleco para contrarrestar la flotabilidad, lo que hace un total de 25 libras. Ya lo próximo era acercarme a la plataforma para que me colocaran las aletas. 


Paso de gigante y a respirar en el agua 

Ya colocadas las aletas, el snorkel y el regulador  en la boca para respirar, El Profe dijo “ahora da un paso gigante sin impulsarte ni brincar y te dejas caer al agua”. Como había que seguir las instrucciones al pie de la letra y ejecutarlas,  tu mente estaba en el momento presente. Lo que significa que no hay oportunidad para sentir miedo. El miedo ocurre cuando tu mente quiere anticiparse a lo que sucederá y le crees a ese pensamiento. En este caso, no hubo espacio para el miedo. Escuché las instrucciones, sujeté con una mano la careta y el regulador para que no se zafaran  y me lancé. 

Como el el chaleco estaba inflado, emergí a la superficie rápidamente. Luego El Profe me desinfló el chaleco parcialmente para comenzar a sumergirme. Comencé a sumergirme y vi un mundo maravilloso. La mejor experiencia es respirar en el agua sin tener que contener el aire, ni tragar agua. Es una sensación de paz, serenidad. Además el comenzar a ver bancos de peces, la hermosura de la flora y fauna marina, de una diversidad de colores brillantes y pasteles. Entrar en ese universo de paz, tranquilidad donde todo ocurre despacio, es hermosamente abrumador. 

Comenzamos a bajar pero no era profundo porque estábamos aclimatándonos a respirar, a seguir instrucciones mediante el lenguaje de señas y a observar. Esa primera inmersión fue en Palomino. Estábamos a unos 15 pies de profundidad. 

Al ser mi primera vez bajo la superficie confrontaba problemas con mantenerme bajo la superficie, es decir, flotaba naturalmente, aunque tuviese el chaleco parcialmente desinflado y con 10 libras de pesas en mis caderas. Me sentía como un globo de helio porque le hacía señales a El Profe de que estaba subiendo y él tenía que alarme por las aletas o por las manos. Aun no paro de reírme de solo recordarlo. 

Ya era momento de regresar al bote, luego de 15 minutos de prueba para ver cómo nos sentíamos. 

Al emerger a la superficie tuvimos que inflar el chaleco para tener flotabilidad positiva, cambiar el regulador por el snorkel, quitarnos las aletas y subir al bote por las escaleras. 


Felicidad y serenidad 

Cuando salí del agua tenía una sonrisa que no se me iba. Fue una experiencia única, increíble. Aun cierro los ojos y puedo ver peces de colores tornasol que cambian la tonalidad según el ángulo en que los miraran: verde intenso, violeta, negro, una belleza. Los corales y la flora con diferentes tonos de rosado, verde, lila, flotando en cámara lenta según el movimiento del agua. 

El Profe me preguntó cómo me sentía, suspiré y le dije que fue una experiencia de serenidad, belleza y relajación total. Una hermosura. 

Quiero destacar que El Profe estuvo pendiente de nosotros los principiantes en todo momento, anticipaba nuestras necesidades. Es una persona con más de 30 años de experiencia en el buceo, con una sensibilidad, paciencia y sabiduría extraordinarias. 

Ahora era momento de desplazarnos a Cayo Diablo para la segunda inmersión. Cuando los buceadores se sumergen en más de una ocasión es necesario esperar cerca de 30 minutos entre una inmersión y otra. La razón: la presión submarina afecta nuestros cuerpos y el aire comprimido que respiramos en el tanque contiene nitrógeno y por precaución y seguridad es necesario esperar en la superficie antes de una segunda inmersión. 

Ya era momento de la segunda inmersión. El procedimiento para entrar al agua es el mismo. La diferencia es que ya conocía cómo hacerlo. 

Cuando me sumerjo y empiezo a bajar fue una maravilla. En cayo Diablo hay una diversidad de vida marina protegida increíble. Pude ver tortugas, mantarrayas, diversidad de bancos de peces, una barracuda y hasta un tiburón que estaba tranquilito bajo una roca. 

La cantidad de cuentos que nos hace creer Hollywood y sus películas en cuanto a la insistencia de la  fauna marina querer atacar y engullir a los humanos así porque sí es vergonzosa. Y nada más lejos de la realidad. 

Las dos razones por las que un animal marino pudiese “atacar” a un humano es porque se siente amenazado por contacto directo o porque le quitan su alimento, como es el caso de los pescadores submarinos. Fuera de eso, buceamos cerca de tortugas, barracudas, peces, mantarrayas y al no tocarlas ni acercarnos, ellas no reaccionaban. Es un privilegio  tener acceso a tanta hermosura y diversidad. 

Esta segunda inmersión fue de 40 pies y duró unos 35 minutos. 

Al emerger en la superficie mi perspectiva cambió totalmente. Aproveché esas inmersiones para agradecer al Creador y al Universo el que exista tanta belleza, agradecí haber tenido la oportunidad de verlo de cerca y también agradecí por las personas que crearon equipos para que nuestra visita a las profundidades del mar sea placentera. 

La experiencia es una oportunidad para crear conciencia de la importancia de la conservación y el respeto que debe haber hacia la vida marina. Ese respeto incluye mantener distancia, proteger su espacio y no tocar nada. Solo observar, contemplar y disfrutar. 

Luego de haber disfrutado ambas inmersiones  decidí estudiar para adquirir la licencia de buzo de aguas abiertas y me encuentro en ese proceso en la escuela de Professional Association of Diving Instructors.  (PADI)

Puedes comunicarte con El Profe Carlos De León - Whats App - 787-225-4535. 

Cuidarte es quererte. 

 

 







Yami Otero
Yami Otero


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